La muerte es un evento que marca y da
un significado a nuestra vida. Es el último momento de nuestro existir. Las
actitudes hacia la muerte varían según la cultura, edad y creencias religiosas.
La manera en como afrontamos tal hecho es distinta entre un ser y otro y cuando
el proceso de adaptación se lleva con un tipo de acompañamiento también podemos
ver diferencias. En la actualidad, creemos que sabemos y conocemos del tema de
la muerte, pero la realidad es que es un tema desconocido.
Las diferentes corrientes psicológicas nos
hablan la de concepción que tienen de la muerte según su perspectiva, en el
caso del psicoanálisis Freud señala en su artículo "De Guerra y
Muerte" el contraste entre "la actitud cultural-convencional hacia la
muerte" que implica el reconocimiento de que vamos a morir, como algo
natural e inevitable, y el comportamiento que se expresa como "la
inequívoca tendencia a hacer a un lado la muerte, a eliminarla de la
vida". Hay entonces frente a la muerte, distintos modos de saber. Se sabe
de la muerte, pero al mismo tiempo se la desconoce. Para Freud la muerte propia
no se puede concebir. Cuando intentamos hacerlo, en verdad sobrevivimos como
observadores. La experiencia psicoanalítica nos enseña que "nuestro
inconsciente no cree en la muerte propia, se conduce como si fuera
inmortal". Admite la muerte y al mismo tiempo la desmiente como irreal. No
hay inscripción de la muerte propia, no hay simbolización de ella, no se sabe
qué es. Sin embargo la muerte habita nuestras vidas como posibilidad.
En cuanto a la psicoterapia Guestalt,
Frits Perls en su libo “El enfoque guestáltico; testimonios de terapia” nos
dice que “La idea de la terapia guestáltica es convertir a las personas
de cartón en personas de verdad.” (Perls, 2008, p. 119) En este mismo texto,
Perls apunta que los seres humanos nos hemos vuelto fóbicos hacia el dolor y el
sufrimiento. Evitamos todo aquello que no es agradable y con ello evitamos el
crecimiento. Somos poco tolerantes ante la frustración y no estamos preparados
para encarar con honestidad situaciones desagradables. Al no enfrentarlas las
dejamos sin terminar, lo que Perls llama “asuntos inconclusos” que claman por
ser completados para cerrar la Guestalt; esa totalidad que sin organización se
convierte en pedazos de un todo, que diseminados son difusos, no alcanzan a ser
una figura definida y sin conclusión nos distrae de vivir en el aquí y en el
ahora.
En la Terapia Familiar Sistemica partiendo
de la definición del duelo de Bowlby, podemos definir el duelo familiar como el
“proceso familiar que se pone en marcha a
raíz de la pérdida de uno de sus miembros”. La mayoría de pérdidas
significativas se producen en el contexto de una unidad familiar, y es
importante considerar el impacto de una muerte en todo el sistema familiar.
La mayoría de las familias tienen un
equilibrio homeostático y la pérdida de una persona significativa en ese grupo
familiar puede desequilibrar dicha homeostasis y hacer que la familia sienta
dolor y busque ayuda. Para poder ayudar a una familia, antes, durante y después
de la muerte, es importante, tener un conocimiento sobre la configuración total
de la familia, así como la posición funcional que ocupaba la persona fallecida.
El concepto de terapia familiar se basa
en la creencia de que la familia es una unidad de interacción en la que todos
los miembros se influyen entre sí. No es suficiente tratar a cada persona en
relación con el fallecido y trabajar su duelo sin relacionarlo con toda la red
familiar. Las características de los miembros individuales ayudan a determinar
el carácter del sistema familiar, pero este sistema es más que la suma de sus
características individuales.
Para la
terapia Cognitivo-Conductual el objetivo será explorar las creencias de la
persona en duelo y asegurarse de la racionalidad de las mismas. Según el modelo
de Bowlby, el procesamiento cognitivo de la pérdida influye en la elaboración
del duelo (Nomen 2007). El sujeto desarrolla una disociación cognitiva entre lo
que describe (cómo fue el hecho, las relaciones con lo perdido, los lazos
afectivos, etc.) y las percepciones que se activan durante el proceso (Bowlby,
1980). Ramsay habla de un patrón poro el que el sujeto mantiene un esquema
cognitivo de idealización de la persona perdida, y errores cognitivos como la maximización
de recuerdos negativos, la minimización de recuerdos positivos, visión catastrofista
sobre lo mal que se pasa al recordar la pérdida, la culpa por haber realizado o
dejado de hacer ciertas tareas e incluso culpa por haber experimentado ciertos
sentimientos negativos (Ramsay, 1977).
Después de conocer la perspectiva
psicoanalítica, gestáltica, la sistémica y la cognitivo-conductual, podemos
identificar el abordaje que emplea cada una de estas corrientes. Independientemente
de cada una de los enfoques el objetivo principal es lograr en el doliente
encontrar el equilibrio y la adaptación a la nueva vida tras el evento
traumático restableciendo así la salud mental de los deudos.
Sandra De La Torre
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